CONFIDENCIAL.
Por ROGELIO RODRIGUEZ MENDOZA.
Desprecio social.
Está comprobadísimo: en Tamaulipas casi nadie quiere ser policía.
Es uno de los trabajos más despreciados socialmente. Lo demuestra el fracaso que, año tras año tienen las convocatorias emitidas, tanto por la secretaría de seguridad pública como por la fiscalía general de Justicia del Estado.
¿Y porque nadie quiere ser policía? Las respuestas podrían ser variadas, sin embargo, hay una que definitivamente está ahí: el incremento de los riesgos para quienes forman parte de las corporaciones de seguridad pública, y, por supuesto, la poca paga que reciben.
Contratarse como policía en Tamaulipas representa para muchos prácticamente un reto a la muerte. Es así porque la delincuencia les perdió por completo el respeto a los agentes representantes de la ley.
Los policías de la vieja escuela, que, aunque pocos aun los hay en instancias como la fiscalía general de Justicia del Estado, saben qué hace algunos años atentar contra un agente de la ley era para la delincuencia echarse encima toda la fuerza del estado.
Cuando algún agente llegaba a ser atacado, se desataba una “cacería” contra los agresores, hasta que eran detenidos.
Sin embargo, la situación actual es muy distinta. Cualquier maleante de poca monta dispara contra los policías, muchas veces con saldo fatal.
Peor aún: en muchos casos los responsables nunca son detenidos, lo cual alienta a la delincuencia a repetir las agresiones.
Esa es la causa principal por lo que muy pocos quieren formar parte de las corporaciones policiales. La otra es la poca paga que reciben los policías.
Actualmente, la fiscalía general de Justicia del Estado tiene activa una convocatoria para aspirantes a ese cargo. Les ofrece un sueldo mensual de 24 mil pesos. Son ¡12 mil pesos quincenales por arriesgar la vida!
Tal vez hace algunos cinco años ese sueldo podría resultar atractivo para algunos profesionistas, pero hoy está totalmente desfasado, porque de esos ingresos un agente debe cubrir las necesidades más elementales que implica el trabajar en una ciudad distinta a la de dónde se es originario.
Bajo esas condiciones imperantes, es entendible que las instancias de seguridad pública y de procuración de justicia, sigan batallando para resolver el grave déficit de personal que vienen arrastrando desde hace algunos años.
Las cifras no son precisas, pero se cuentan por cientos las vacantes que tienen tanto la fiscalía general de Justicia del Estado como la Secretaría de Seguridad Pública. No han podido resolver ese déficit, ni lo resolverán, hasta que ellas mismas no diseñen una estrategia que haga atractivo para los jóvenes el enrolarse en las corporaciones.
De inicio, es preciso que el gobierno estatal sea implacable contra quienes atenten contra un policía. Tan pronto y ocurra una agresión debe implementarse un operativo que no cese hasta que los responsables sean detenidos. La delincuencia debe entender que no habrá impunidad.
En segundo término, es urgente que el gobierno actualice los sueldos de los agentes policiales. Un policía debe recibir ingresos económicos atractivos para que pueda asumir un compromiso con su labor.
Mientras eso no suceda, será imposible revertir el déficit de personal policial. Incluso, a la vuelta de pocos años las corporaciones se quedarán sin elementos, porque se sabe que también están ocurriendo renuncias, precisamente por las mismas causas por las cuales nadie quiere contratarse.
EL RESTO.
AGARRON. – Mañana sesionarán de nuevo los diputados locales. En la agenda estará el dictamen que rechaza el matrimonio igualitario en Tamaulipas.
Seguramente ese será motivo de un nuevo enfrentamiento en la tribuna legislativa: los panistas justificando el “no” a la reforma, y los de Morena apoyando el “sí”.
Al final, como siempre ocurre, será un pleito estéril porque la mayoría parlamentaria se impondrá en los votos.
Lo curioso de todo es que, sin reforma o con reforma, el matrimonio entre iguales seguirá siendo una realidad, aunque para ello los interesados tengan que promover primero un amparo.
ASI ANDAN LAS COSAS.
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