CONFIDENCIAL.
Por ROGELIO RODRIGUEZ MENDOZA.
Como dice el clásico: “no me gusta decir se los dije, pero se los dije”. Era previsible que durante la sesión del Pleno del Congreso del Estado programada para este lunes, se diera un riesgo de enfrentamiento violento y por lo tanto la lógica apuntaba a la necesidad de tomar previsiones en ese sentido.
Era urgente que se procurara un operativo de vigilancia policial, e incluso que se sesionara a puerta cerrada, pero la apuesta de la Junta de Coordinación Política minimizó el riesgo, lo cual a punto estuvo de generar una tragedia, sobre todo porque militantes y simpatizantes de Morena irrumpieron violentamente en el recinto legislativo, incitados irresponsablemente por los diputados de ese partido.
Los manifestantes intimidaron al personal de seguridad que custodiaba los accesos al salón de plenos y entraron en estampida, para sumarse a los diputados morenistas que habían tomado la mesa directiva, y a gritos, insultos y empujones trataban de impedir que continuaran los trabajos del Pleno.
Desde este espacio, ayer mismo lo anticipamos con esta advertencia: “Ante ese eventual escenario de alta rijosidad, no sería nada exagerado si la Junta de Coordinación Política pidiera apoyo policial, como mera medida precautoria. Ya sabemos aquello de que, vale más prevenir que lamentar”.
No es que uno sea adivino, pero eran previsibles los hechos violentos desde el momento en que se sabía que, igual que hace una semana, las galerías del recinto legislativo serían invadidas por personas afines a Morena, llevados exprofesamente por los mismos diputados del partido guinda.
Afortunadamente las cosas no llegaron más allá de los empujones e insultos, pero ojalá que en adelante la Junta de Coordinación Política adopte las medidas necesarias para minimizar el riesgo de una tragedia.
No es ninguna exageración pronosticar un peligro de esa naturaleza, ¿por qué quien garantiza que entre las decenas de asistentes a la sesión no haya alguno o algunos que vayan armados?
Por lo demás, resulta lamentable la actitud asumida por los diputados de Morena. Es una verdadera vergüenza el espectáculo que dieron y que contribuye a agrandar el desprestigio social de la imagen del diputado.
Muchos y muchas legisladoras se comportaron como verdaderos pandilleros, convirtiendo el salón de plenos en un campo de batalla campal, en la que abundaron insultos y empujones.
Es cierto, tal vez tengan razón en que los diputados del PAN intentaban darles un nuevo “madruguete” legislativo, con una iniciativa de reforma a la ley interna del Congreso del Estado, para establecer que la designación de un nuevo presidente de la Junta de Coordinación Política requerirá del apoyo de una mayoría absoluta y no de una mayoría simple como establece actualmente el ordenamiento legal, pero no es con violencia como podían evitarlo.
Tan no lo lograron que la iniciativa fue ingresada y posiblemente será aprobada en una nueva sesión ordinaria esta misma semana.
¡Qué pena, diputados! Qué pena que sean incapaces de controlar sus impulsos y sus filias y fobias partidistas, para dedicarse de lleno a cumplir con su responsabilidad, que es la de legislar.
Finalmente, con todo lo sucedido este lunes en el Congreso, vale hacerse dos preguntas: una, ¿Para eso quieren los diputados de Morena el control de la legislatura? ; y dos, ¿Qué pensará al respecto el gobernador electo, Américo Villarreal Anaya?
Es evidente que muchos actores políticos de Morena andan embriagados, anticipadamente, de soberbia y arrogancia, luego de los resultados de la elección del cinco de junio en que ganaron la gubernatura, lo cual es también un factor de alta peligrosidad, porque hay un gran sector de la sociedad que votó por el otro proyecto.
Lo que Tamaulipas necesita es una sociedad unida, pero eso no se conseguirá mientras haya quienes alienten la violencia. ¿O no?
ASI ANDAN LAS COSAS.
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