CONFIDENCIAL
Por ROGELIO RODRIGUEZ MENDOZA.
Américo tiene la cura
Después de la inseguridad pública, la mayor preocupación o agobio de los tamaulipecos es su sistema de salud.
La red de hospitales públicos es de ínfima calidad. Sus instalaciones son tan deprimentes que, sin exagerar, hay algunos en que da miedo ingresar, sea como visitante o paciente.
Aquí en Ciudad Victoria, la clínica del ISSSTE y el Hospital General “Norberto Treviño Zapata”, son el mejor referente del grave atraso que padece Tamaulipas en servicios de salud.
Medio en broma y medio en serio, entre los victorenses es común escuchar aquello de, “ni se te ocurra ir al (la clínica) ISSSTE porque te vas a morir”. Y la verdad, cuando uno recorre ese nosocomio se convence de que, no hay nada de exageración en el consejo.
Pero lo mismo ocurre en el otrora orgullo de los victorenses, el Hospital General. Hoy está convertido en un nosocomio con enormes carencias. No tiene aires acondicionados, con lo que ello implica por las temperaturas extremas que llegan a rebasar los 40 grados centígrados durante la mayor parte del año.
El desabasto de medicamentos es casi total. Los pacientes se ven obligados a comprar, con medios propios, los más elementales insumos para ser atendidos.
El desorden administrativo es absoluto, lo cual termina repercutiendo en los pacientes, porque no hay un control sobre el personal médico. Son bastantes las historias de negligencias médicas, porque se ha vuelto una costumbre que los doctores titulares pongan a los estudiantes de medicina a atender a los enfermos.
Lo más grave de todo es que, lo mismo que ocurre en el Hospital General también sucede en el resto de los hospitales del estado.
¿Sabe porque? Sencillo: porque los gobiernos le siguen regateando, o de plano negando, los presupuestos suficientes para darnos a los tamaulipecos un servicio de salud de calidad.
Ayer lo decía bien el senador morenista y médico de profesión, Faustino López, al denunciar el abandono que padece el Hospital General de Ciudad Victoria: “el problema es falta de voluntad”.
Efectivamente, ha sido evidente la falta de voluntad de las administraciones estatales para resolver la prioridad de prioridades de los tamaulipecos. Han preferido gastarse el dinero en otros rubros, como la construcción de parques de barrio, que nadie usa, o en programas sociales, a través del regalo de despensas que son un insulto, que en dar una funcionabilidad decente a los hospitales.
El tema se presta para traerlo a la mesa porque, dentro de poco más de dos meses inicia un nuevo gobierno, encabezado por Américo Villarreal Anaya, y con ello se abre la esperanza de que, por fin una administración estatal coloque entre sus prioridades el sistema de salud pública.
Hay razones para el optimismo: Villarreal Anaya es médico de profesión, con especialidad en cardiología. Pero no se trata solamente de eso. El morenista conoce perfectamente el “diagnóstico” devastador del sistema de salud, porque prácticamente toda su vida profesional la combinó entre el ejercicio de su profesión y el servicio público.
Como subsecretario de salud que fue hasta hace pocos años, Villarreal Anaya está enterado de las principales y más graves dolencias de los hospitales públicos, y seguramente debe saber también cuál es la cura. Esperemos que, ya investido como gobernador coloque en la agenda de las políticas públicas la solución inmediata a esos graves rezagos en materia de salud.
El bien más preciado para los seres humanos, después de la vida, es la salud. En función de ello, ese rubro debe ser prioridad para todo gobernante. Ojalá lo entiendan quienes nos van a gobernar a partir del uno de octubre.
El RESTO.
MAL EJEMPLO.- Los bloqueos carreteros se han vuelto una constante, como estrategia de presión hacia los gobiernos.
Después de los cierres realizados por la columna cívica, “Pedro José Méndez” en la vía Victoria-Monterrey, las acciones de ese tipo han sido replicadas por otros sectores sociales inconformes.
Lo mismo están cerrando carreteras para protestar por los cortes de energía eléctrica, que por falta de agua. El pretexto es lo de menos.
Es obvio que el mal ejemplo se está imponiendo, y todo porque la autoridad ha sido incapaz de hacer valer la ley.
ASI ANDAN LAS COSAS.
roger_rogelio@hotmail,com