CONFIDENCIAL 

Por ROGELIO RODRIGUEZ MENDOZA. 

El presidente, Andrés Manuel López Obrador, sigue empecinado en que se apruebe la reforma constitucional para extender, hasta el 2028, la presencia de los militares en las calles haciendo tareas de seguridad pública. Este miércoles pasado, hizo “muina” porque Morena y sus aliados no reunieron los votos suficientes en el Senado para aprobar su “caprichito”. 

En su desesperación y temor por quedarle mal a su jefe, los morenistas decidieron regresar los dictámenes a comisiones, para en un plazo de 10 días hacer un nuevo intento por aprobar la iniciativa. Si logran chantajear, o extorsionar, a 10 senadores, que son los votos que les faltaron, la reforma avanzará. 

Pero, más allá de la flagrante violación a la Constitución que están cometiendo los senadores morenistas, porque en ella se establece (artículo 21) que la seguridad pública será absolutamente responsabilidad de la autoridad civil, es un absurdo que el presidente y sus legisladores, sigan intentando vendernos la idea de que, la sola presencia de los militares frenará la violencia delincuencial. 

Si eso fuera cierto, desde que el presidente Felipe Calderón Hinojosa decidió sacar a los soldados de los cuarteles, para enfrentar a los carteles criminales, el país estaría pacificado.  

Pero no. Calderón fracasó en su intento, igual que fracasó el presidente Enrique Peña Nieto, y es evidente que también ha fracasado, Andrés Manuel López Obrador. 

El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública tiene los datos duros de ello: en el sexenio de Calderón, ocurrieron 121,683 asesinatos; en el de Peña, 124, 478; y en el de López Obrador ya se contabilizan 126,206. A ese ritmo, el gobierno de la autollamada “Cuarta Transformación” cerrará su administración con cifras promedio de 190 mil homicidios. 

¿Por qué suponer entonces que los militares van a resolver la inseguridad pública que agobia al país? Evidentemente se trata de una falacia. 

Por eso desespera esa terquedad del presidente que, como niño berrinchudo, intenta por la fuerza imponer su decisión, aunque en el fondo sepa que es un error. 

En vez de estar distraídos en ese debate estéril que a nada conducirá, sin importar que avance o no la reforma para mantener al Ejército en las calles hasta el 2028, los legisladores y el gobierno deberían dedicarse de lleno a diseñar una nueva estrategia de seguridad pública. 

Es urgente, por ejemplo, que los tres órdenes de gobierno, diputados y senadores, se sienten a la mesa a crear las bases para que, a corto o mediano plazo, el país tenga policías capaces de enfrentar a la delincuencia, sobre todo a esa delincuencia que tiene a medio país sumido en un baño de sangre. 

Porque esa es una asignatura pendiente de los gobiernos, y particularmente del federal. Tienen abandonadas por completo a las policías porque siguen creyendo que los militares les van a resolver el problema. ¡Ternuritas! 

EL RESTO. 

¿EN SERIO? – Con bombo y platillo, el ayuntamiento de Victoria salió a presumir el resultado de una casa encuestadora, que coloca al alcalde Eduardo Gattás Báez, como el alcalde capitalino mejor evaluado del país. 

Créalo usted. No es broma. Eso dice “México Elige”, la empresa que sostiene que el 61.3 por ciento de los victorenses aprueba la gestión del morenista. 

Sería interesante saber a cuáles victorenses les preguntaron, porque en los hechos Victoria sigue siendo la misma: con sus vialidades destrozadas por tantos baches; con servicios públicos de ínfima calidad, sobre todo el de la basura, y con el eterno problema del desabasto de agua, que a un año de gestión Gattás no ha podido resolver, a pesar de lo que ofreció en campaña. 

Peor aún, el edil sigue sin quitarse la cobija de la sospecha, por la camioneta “carmonizada” y por la compra de la casona de la playa Miramar. 

¿De dónde sacan entonces que es el mejor alcalde? 

OTRO AGARRON. – Está a la vuelta de la esquina el inicio de un nuevo periodo ordinario de sesiones en el Congreso del Estado. Los trabajos en el Pleno se reanudan el uno de octubre. 

Seguramente será un periodo de sesiones peor que los dos anteriores. Los insultos y los conatos de violencia subirán de tono. Es inevitable que así sea. 

Lo peor de todo es que la legislatura seguirá siendo la más ineficiente de la historia del Congreso del Estado. La mayor parte de su trabajo se ha centrado en exhortos, que como ya sabemos no sirven para nada.  

Por lo pronto, está en puerta otro agarrón entre panistas y morenistas con la próxima elección de la mesa directiva. El PRI lleva mano en la presidencia. Ya le toca, y seguramente la encomienda será para la diputada, Alejandra Cárdenas Castillejos, con mucho la mejor de la legislatura.  

ASI ANDAN LAS COSAS. 

roger_rogelio@hotmail.com 

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