
Japón despide a Shinzo Abe, ex primer ministro asesinado, con polémico funeral
Japón.- Miles de japoneses y dignatarios extranjeros se congregan el martes en Tokio para honrar al asesinado exprimer ministro Shinzo Abe, en un funeral de Estado que dividió opiniones.
Abe fue el gobernante de Japón que más tiempo estuvo en el cargo y una de las figuras más reconocidas del país, recordado por cultivar alianzas internacionales y por su estrategia económica llamada “Abenomics”.
Renunció en 2020 por un recurrente problema de salud, pero continuó como una figura política clave y hacía campaña por el partido de gobierno cuando un hombre armado lo mató el 8 de julio.
El tiroteo estremeció al país, con bajos niveles de crímenes violentos, y motivó condenas internacionales.
Pero la decisión de organizarle un funeral de Estado, el segundo para un ex primer ministro en la posguerra, generó creciente oposición, con cerca de 60% de los japoneses opuestos al evento, según encuestas recientes.
El hombre detenido por su muerte lo atacó por creer que tenía vínculos con la Iglesia de la Unificación, con la cual estaba molesto por las cuantiosas donaciones que su madre hizo a la secta.
El asesinato provocó un nuevo escrutinio de la iglesia y sus métodos de recaudación de fondos, y preguntas incómodas para la clase política de Japón. El partido de gobierno admitió que la mitad de sus legisladores tienen vínculos con la iglesia.
El primer ministro, Fumio Kishida, se comprometió a que su Partido Liberal Democrático (PLD) romperá sus relaciones con la iglesia, pero el escándalo agravó la molestia por el funeral de Estado.
Miles protestaron por la ceremonia y un hombre se prendió fuego cerca del despacho del primer ministro, dejando por escrito su objeción al evento. Algunos legisladores de oposición anunciaron que van a boicotear el funeral.
La polémica tiene varios motivos, incluyendo la acusación de que Kishida lo aprobó unilateralmente sin consultar al Parlamento, mientras otros resienten el costo de casi 12 millones de dólares.
También pesa el legado polarizante de la gestión de Abe, marcada por denuncias de amiguismo y el rechazo a su nacionalismo y sus planes de reformar la constitución pacifista.